El problema de acoso sexual callejero ha disminuidos en los últimos cuatro años, aunque eso no se refleja con lo que diariamente vivimos en las calles. Según el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 52.8% de mujeres ha sido víctima de acoso sexual callejero en el 2012, pero disminuyó a 50.8% de víctimas en el 2016. Además, la mayoría de las víctimas se encuentra entre los 18 a 29 años de acuerdo al rango de edad de la encuesta mencionada. En este texto, explicaremos como principal factor que lo ocasiona a los estereotipos sexistas erróneos creados por la sociedad.

 

La situación actual del sexismo que vivimos las mujeres diariamente en Lima es perturbadora. Según la autora Rosa Guillén (2014), psicóloga social, existen dos tipos de sexismo que son aplicados en el acoso sexual callejero, y son los siguientes: sexismo hostil y sexismo benevolente. El primero se refiere al prejuicio hacia la mujer con frases despectivas y la equivocada idea de usar la sexualidad de las mujeres para obtener algún tipo de beneficio personal. Cuando los hombres dicen “las mujeres se visten provocativamente para tener beneficios en el trabajo”, están siendo autores de sexismo hostil. El segundo son las conductas que tienen los hombres al ver a una mujer, donde dicen “protegerla” y hasta “idealizarla”. Un claro ejemplo de sexismo benevolente al decir: “los hombres deben impedir que las mujeres corran cualquier riesgo”. Lamentablemente, en la mayoría de sociedades en Latinoamérica, como la nuestra, prevalece la idea del hombre “macho”, a quien lo ubican como un género superior y viril con la capacidad de mirar incómodamente, decir piropos mal intencionados y gesticular muecas obscenas para llamar nuestra atención. Nosotras percibimos estos actos como acoso sexual, y en cierto punto restringe nuestra libertad con nuestro cuerpo y vestimenta. Ante estos actos, hay víctimas que al ser atacadas y luego defenderse, los testigos, antes de salir en su defensa, observan si la mujer tuvo un aspecto que pudo provocar al acto recibido. Esta situación parece validar estas actitudes de acoso en las calles.

 

Profundizando el análisis de este problema social, podemos encontrar que la situación descrita es producida por los estereotipos erróneos hacia la mujer. Los más visibles, de acuerdo a estudios realizados por las calles de Lima, serán explicados a continuación. El primer estereotipo erróneo nos señala como “pasivas”. Este se atribuye a la apariencia de las mujeres, consideradas inofensivas, sensibles, y a la necesidad de estar acompañadas para sentirnos protegidas. Es así como la “pasividad” hace a la mujer receptora de acosos sexuales no deseados. El segundo estereotipo erróneo nos señala como “fáciles” es atribuido a la conducta seductora, vestimenta provocativa o la figura de nuestro cuerpo. Es decir, los hombres nos definen como un objeto sexual, y se sienten con la autoridad de acosarnos en los espacios públicos. Lo trágico de estos estereotipos es que las mujeres sientan culpabilidad al ser víctimas de acoso sexual callejero, como lo indica el Instituto de Opinión Pública de la PUCP en la última edición del reporte de roles y violencia. El 73.8% de las mujeres considera que quienes visten “provocativamente” se exponen o provocan este tipo de acoso. Los estereotipos antes mencionados influyen en que las mujeres no puedan ejercer plenamente su ciudadanía, ya que afecta en su libertad para decidir sobre su vestimenta y sentirse cómodas con su cuerpo.

 

En conclusión, los estereotipos sexistas erróneos creados por la sociedad causan el acoso sexual callejero en Lima. Los estereotipos sexistas más usados por nuestra sociedad limeña indican que las mujeres somos “pasivas” o “fáciles”. Desde nuestra perspectiva, este factor se puede solucionar, pero los resultados se verán a largo plazo. La solución debe estar dirigida a los niños, con una educación basada en valores y respeto hacia los demás, tanto en centros educativos como en el hogar.